A algunos les chocó ver un cartel así anunciando conciertos de Música antigua.
Unos, horrorizados por la mezcla de colores chillones. Otros, por la crudeza de Caravaggio quien, fiel a su estilo, representa un Jesús dulce pero con actitud desafiante que coge la mano de Santo Tomás y la introduce en su propio costado para que éste compruebe y crea.
Precisamente es ese detalle -el dedo en la llaga- el que quería que se viera de manera nítida, sin esos chillones colores que desvirtúan la obra de Caravaggio. Ahí es donde se concentra, a mi entender, la fuerza y la magia de esta pintura y, a la vez, un aviso, reflexión o duda ¿es buena la incredulidad?.
Caravaggio siempre mete el dedo en la llaga.
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