Esta frase de Plinio el Viejo (S. I d.C.), que podríamos traducir como "En el vino está la verdad" inaugura una nueva sección en la que me gustaría compartir algunas experiencias en torno al mundo del vino. Los romanos, unos auténticos sibaritas, amantes de los placeres de ésta corta y dura vida, supieron como pocos sacarle buen partido a lo que la tierra da.
Pese a haber pisado muchas tabernas junto a mi padre y haber incluso tenido barriles en casa, nunca me he metido tanto en ésto de la enología como ahora. Claro que la coyuntura en la que me muevo ahora ayuda mucho: Trabajo rodeado de vinos de casi todas las clases y de casi todos los rincones del mundo, cosa que ha despertado en mí una curiosidad que tenía dormida desde hace muchos años pero que ahí estaba, latente (la curiosidad está en mi ADN. Ved el apartado "sobre mí" de éste blog). Siempre me atrajo el olor de las botas de vino fino, y me quedaba asombrado con las bodegas y su peculiar microclima.
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Vino y comida, el matrimonio perfecto. |
No es necesario saber, pero la curiosidad te impulsa a dar un paso más e interesarte. Y es ahí cuando empiezas a descubrir más cosas y a disfrutar mucho más. Uno puede disfrutar escuchando un fragmento de ópera sin saber su argumento ni lo que dicen, pero una vez uno lee el libreto y sabe qué está sucediendo en el escenario, va a disfrutarlo mucho más.
Así pasa con el vino. Lo puedes beber y gustarte, sin más. Pero también puedes leer un poco de dónde viene, cómo se ha hecho, qué factores climáticos influyen en su sabor, olor, color, textura... Y descubrir un vino totalmente "nuevo" al volver a beberlo. Saborear un buen vino puede convertirse en una experiencia similar a escuchar un buen concierto. Los sentidos son los protagonistas absolutos, como ocurre con el Arte. Igualmente, una buena compañía siempre hará que la experiencia sea mejor y más enriquecedora.
En próximas entradas hablaremos de vino y su maridaje con otros paceres como el Arte, la Música, y por supuesto la comida!
¡Salud!